por Heraclio ASTUDILLO-POMBO. Univ. de Lleida
Introducción
En la entrada de hoy retornamos al folclore paleontológico húngaro, para dar a conocer diferentes versiones literarias de unas pocas interpretaciones legendarias de origen popular sobre la formación misteriosa de unos objetos pétreos de aspecto familiar. Esos objetos similares a pezuñas caprinas petrificadas, son los restos desgastados de conchas fósiles de un tipo de pelecípodo particular (Congeria ungula caprae). Su presencia en las orillas del lago Balaton se hacía mucho más notoria tras las tempestades más violentas, durante las cuales el oleaje de las embravecidas aguas del lago las vomitaba sobre la arena de sus orillas, para asombro de los habitantes del contorno y de los visitantes forasteros.
El lago Balaton, con más 77 kms. de largo y 5 kms de ancho, es el mayor lago de agua dulce de Europa del Este y uno de los mayores de Europa. Por sus grandes dimensiones es denominado el "mar" húngaro. En la península Tihany que forma un promontorio de su orilla norte, se encuentra uno de los más antiguos monasterios benedictinos de Hungría, en su cripta se conserva la tumba del rey Andrés I, quién fundó este monasterio en 1055.
Aspecto de una acumulación de zonas umbonales de valvas de Congeria ungula caprae, en las orillas del lago Balaton. Estos fragmentos son conocidos localmente con el nombre popular de "pezuñas de cabra" ("kecskekörmök") o "pezuñas de cabra del Balaton" ("Balatoni kecskekörmök"). Imagen: Congeria Sailing Team: https://www.facebook.com/congeria/photos/pb.100063638973218.-2207520000/1459068771068032/?type=3
Antiguamente, su presencia y origen eran justificados por medio de fantasiosas explicaciones mágico-fabulosas que dieron origen a varias narraciones de tipo legendario, algunas de las cuales fueron adoptadas y versionadas por escritores húngaros de la época romántica.
Las diferentes versiones legendarias
Se presentarán resúmenes de los diferentes relatos legendarios que hacen mención del origen de los restos fósiles, procedentes de la parte conservada del umbo de las valvas del bivalvo Congeria ungula caprae, pues la reproducción integra y fiel del contenido literario de cada una de las diversas leyendas, ocuparía demasiado espacio y tiempo de lectura, sin sentido en un blog como es este.
Efectos desastrosos de la furia rencorosa y de la maldición del rey de Hungría
¡Pero como Dios sabe que mientes y que tienes mucho dinero escondido y numerosos rebaños, y no quieres ayudar a la causa cristiana, te castigará y hará que perezcas con todos tus bienes y rebaños!
Cuando el rey se marchó sucedió un milagro, sonó un trueno y la tierra se abrió, y por aquella abertura salió tanta agua que el pastor, su casa y todos sus rebaños de cabras fueron tragados por las aguas que salieron del interior de la tierra. En las aguas del lago recién formado murieron ahogados el pastor y todas las cabras de sus rebaños.
De esta manera catastrófica y milagrosa fue como se formó el lago Balatón y por ese origen en el barro de las orillas del lago, todavía, se pueden encontrar las pezuñas petrificadas, procedentes de los cuerpos de cientos de cabras tragadas por el agua del lago, formado como castigo divino al egoísmo de su amo, siendo conocidas popularmente como "pezuñas de cabra" del lago Balaton.
Fuente: Dénes Lengyel: Antiguos cuentos húngaros
Debieron existir otras varias versiones más o menos semejantes, como la recogida por el paleontólogo alemán Othenio Abel (1939: 68) de un informante local. En esta otra versión, el rey húngaro era András I (1046-1058). Los hechos legendarios ocurrieron cuando el rey recaudaba dinero con el que quería financiar la edificación de una iglesia, en la península de Tihany, para dedicarla a la veneración de la Virgen María, como núcleo fundacional de un futuro monasterio, ocupado por una comunidad de monjes benedictinos, responsables de organizar las actividades de culto.
Escultura del rey András I, fundida en bronce, existente en la localidad de Zirc (Hungría). Se le ha representado con el modelo de la Abadía de Tihany, en su mano derecha, este detalle lo identifica como su fundador. Imagen: Ziegenklauen und Riesenknochen. Fossilien und Sagen
La población de Tihany comenzó a formarse y creció en derredor a esta abadía benedictina. Cuenta la leyenda que el rey Andrés I, angustiado por la falta de dinero con el que llevar a cabo su magna obra religiosa, recurrió a visitar a un rico propietario de grandes rebaños de cabras, asentado en las orillas de lago Balaton, cerca de la península de Tihani, pero el rico ganadero no era una persona religiosa porlo que se negó a prestarle la elevada ayuda económica que el rey le solicitaba, disfrazando su negativa esgrimiendo argumentos falsos y razonamientos engañosos.
El rey, frustrado por no haber obtenido el préstamo que esperaba conseguir e indignado por las evidentes mentiras del ganadero, se enfureció sobremanera ante la negativa del préstamo solicitado. Entonces se arrodilló y alzando los brazos hacia el cielo pidió a Dios que castigara al ganadero por poco religioso y mentiroso y luego maldijo a los rebaños de cabras del ganadero. Poco tiempo después todas las cabras enloquecieron y se dirigieron en masa hacia el lago Balaton, en cuyas aguas se fueron introduciendo, como guiadas por un pastor invisible, muriendo todas ahogadas en sus aguas.
Las pezuñas petrificadas de cabra que luego aparecieron y que aún siguen apareciendo en las orillas del lago, serían la prueba evidente de la realidad de aquella hecatombe caprina portentosa, como castigo a su avaro propietario.
En una tercera versión, el protagonista del relato legendario fue el rey de Hungría Bela IV (1235-1270). Cuenta la leyenda que Béla IV, rey de Hungría y Croacia entre 1235 y 1270, huía de los tártaros tras una batalla perdida. No tenía dónde refugiarse y el enemigo le pisaba los talones, en aquellos angustiosos momentos solamente le acompañaba su única posesión, un preciado rebaño de cabras. Huyendo a la desesperada, finalmente acabó refugiándose en un lugar sin escapatoria posible, la península de Tihany, creyendo que allí sus perseguidores le perderían la pista.
Miniatura representando al rey Bela IV de Hungría, huyendo de los perseguidores mongoles que intentaban capturarlo tras la derrota sufrida en la batalla de Mohi, en 1241. Es una lástima que el ilustrador no haya incluido, en esta representación gráfica, al legendario rebaño de cabras que le acompañaba. Imagen: Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Orden_de_San_Esteban_de_Hungr%C3%ADa
Pero los enemigos tártaros que lo perseguían de cerca, sin llegar a perder su rastro, descubrieron su escondite y lo cercaron, amenazándole con quitarle el apreciado rebaño. Entonces el rey Bela IV de Hungría, para que sus preciadas cabras no cayeran en manos de los enemigos tártaros, condujo su rebaño hacia la orilla del lago Balaton y luego arreándolas con tristeza las condujo hasta el interior del lago donde todas se ahogaron. Las pezuñas de aquellos pobres animales sacrificados por su dueño para que no se convirtieran en botín del enemigo, se convirtieron en piedra y desde entonces han sido arrastrados por las olas hasta la orilla del lago Balaton, sin que disminuya su número.
Relatos protagonizados por princesas cantantes, princesas silenciosas, príncipes enamorados, reyes de las olas furiosos, pastoras absortas, viejas diabólicas envidiosas y cabras de pelo dorado, pastores flautistas y ninfas seductoras (1)
Las restantes relatos legendarios por el tipo de protagonistas, el fantasioso mensaje y la elaborada estructura del relato y que no se relacionan con personajes o con hechos históricos, pertenecen a la categoría del cuento maravilloso más que al de la leyendas popular. Probablemente estos son los relatos más modernos y menos populares de todos los reunidos y presentados aquí, relacionados con el intento de explicar el origen de las pezuñas petrificadas de cabra, del lago Balaton.
Las cabras de pelo dorado, la joven pastora forastera y la vieja diabólica envidiosa
Una vieja jactanciosa y envidiosa, esposa de un granjero malicioso que habitaba en el promontorio de Tihany, era dueña de un rebaño de hermosas cabras de pelo blanco como la nieve. Un día, inesperadamente, vio aparecer una hermosa muchacha forastera que pastoreaba, en la orilla del lago, un magnífico rebaño de cabras de pelaje y pezuñas doradas, la vieja sintió una envidia maligna de la muchacha. La muchacha forastera y su rebaño se instalaron en la punta extrema del promontorio de Tihany, donde podían aprovechar fácilmente la abundancia de pasto tierno y de abundante agua limpia.
Empujada por su maldad, la envidiosa y codiciosa mujer del granjero maliciosos, pactó con el Diablo un plan para eliminar a la joven pastora y apropiarse de su rebaño de hermosas cabras. Un día, al anochecer, unció a un enorme arado a los seis bueyes más fuertes que tenía en su establo y se fueron al lugar donde la pastora tenía su refugio. Mientras la pastora dormía y sin hacer ningún ruido para que la muchacha no se diera cuenta, con la ayuda del Diablo excavó un surco enorme alrededor del refugio donde reposaba la pastora. Era tan ancho y profundo que la muchacha nunca podría atravesarlo. Entonces el Diablo provocó fortísimos vientos, truenos terribles y enormes olas, cuando el estruendo despertó a la pastora, ella oyó la inquietud de su rebaño y quiso llegar hasta sus cabras para calmarlas y conducirlas a un sitio más tranquilo y seguro. Pero no pudo atravesar el enorme surco que la rodeaba y que el oleaje del lago ya había llenado de agua muy agitada. De repente una fuerte ola del lago arrastró a la desgraciada pastora hasta el interior del surco. Mientras la pastora se estaba ahogando, se despedía entre gritos y lamentos de sus pobres y queridas cabras. Los fieles y atemorizados animales, al oír los lamentos y voces de su ama, acudieron en tropel hacia el borde del surco mortal, donde se ahogaba su protectora.
La vieja diabólica, al ver que podía perder su ansiado rebaño de cabras de pelo dorado, corrió para cortarles el paso y detener su segura precipitación al agua, pero sus viejas piernas no le permitieron llegar a tiempo, perdiendo el ansiado rebaño que se ahogó con su pastora.
El rebaño de la vieja malvada, al ver correr desesperadamente a su ama, acudieron corriendo en tropel hacia donde estaba la vieja, para reunirse con su ama, pero con tan mala suerte que, en el preciso momento del encuentro, llegó una enorme y violenta ola que tumbó a la vieja y a sus cabras y, luego con el reflujo, las arrastró hasta el agua del gran surco, que las arrastró hasta el lago, donde también se ahogaron todas ellas.
De las cabras doradas de la muchacha y de las cabras blancas de la malvada vieja, no quedaron más restos que sus pezuñas petrificadas, como único testimonio evidente de su anterior existencia. Desde entonces, tales pezuñas de cabra son depositadas en la orilla del lago por el oleaje, con cada nueva fuerte tempestad lacustre.
Las dos ilustraciones anteriores son creaciones del artista húngaro Zoltán Zugor, realizadas para iluminar el libro Cuentos populares húngaros, de Benedek Elek, publicado por la Editorial Csodaország & Novum, en 2006.
Continuará
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