domingo, 16 de febrero de 2020

Folclore paleontológico italiano (11)

Heraclio Astudillo-Pombo. Universitat de Lleida


Interpretaciones, creencias, relatos legendarios y usos populares de algunos fósiles en las regiones alpinas y pre-alpinas italianas (1)


Marcas de pisadas de vaca, de buey, de asno, de caballo, de mula, de cabra, de macho cabrío, de ciervo y también de pisadas de Jesús, de la Virgen y del diablo, sobre las rocas triásicas de los Alpes y Prealpes italianos (I)


Introducción

El tema que hoy se presenta tiene conexiones culturales y geográficas con el que se trató en la entrada del 24 de enero del año 2012, titulado: Las huellas de La cacería salvaje”(Die Wilde Jagd), marcadas sobre las rocas, en  aquella ocasión, relacionado con el folclore paleontológico austriaco y alemán. En el tema que se presenta hoy, se tratará sobre el mismo tipo de fósiles y sobre percepciones fabulosas, pero con resultados interpretativos ligeramente distintos. La población del norte de Italia, comparte con la población alemana, austriaca y suiza de las zonas alpinas limítrofes, el mismo tipo de influencias geográficas naturales y muchas de las influencias históricas y culturales, por eso no es extraño que existan bastantes coincidencias y algunas diferencias, en cuanto a las respectivas concepciones mágicas del mundo físico, natural o social. En comparación con el contenido de la entrada de 2012, antes citada, la entrada de hoy ofrecerá bastantes diferencias, en cuanto a las diversas interpretaciones en clave mítica o legendaria, atribuidas en territorio italiano, al mismo tipo de fósiles. Resulta sorprendente que siendo tan semejante la apariencia de determinadas secciones de los moldes internos de los diferentes géneros de grandes moluscos lamelibranquios megalodóntidos (Bivalvia, Hippuritoida) del Triásico, en ambos territorios, se haya podido llegar a interpretaciones tan diferentes.  

Fósiles con aspecto semejante al de pezuñas petrificadas de algunos tipos de ungulados. Son los moldes internos de las conchas de megalodóntidos, de la subespecie Rhaetomegalodon bajotensis alpinus. Imágenes izqda. y centro, vistas laterales de un mismo molde interno entero, visto por la parte anterior y por la posterior. A la derecha, vista lateral, solo resulta aparente de medio molde, el correspondiente al relleno de una de las dos valvas del ejemplar.
Imagen: Compuesta a partir de 3 tomadas de
 Zapfe, 1969.

Este tipo de moluscos triásicos, cuyas conchas podían alcanzar grandes dimensiones, llegando incluso hasta 30 cm, vivían en el fondo de un mar tropical, hace más de 200 millones de años (208-236 MA), en una época en la que los territorios protoitalianos emergidos del mar, en lugar de constituir la actual península italiana, en forma de bota alta, solamente constituían un archipiélago alargado de islas. Las huellas de este tipo de grandes moluscos son muy comunes en las rocas triásicas de las montañas prealpinas y alpinas italianas, como son los Dolomitas y su periferia. Antiguamente los habitantes de la zona las tuvieron que interpretar fantasiosamente, al no poderse apoyarse en ningún otro tipo de argumento que los procedentes de sus mitos ancestrales y de sus observaciones cotidianas.


Representación esquemática de cuatro tipos de huellas dejadas por la pisada de cuatro tipos de ungulados, a cuyo paso se ha atribuido tradicionalmente la aparición de ciertos tipos de marcas en las rocas. En realidad se trata de determinadas secciones de los moldes internos y también de las cavidades correspondientes a secciones de los moldes externos, de varios géneros de megalodóntidos que pueden hallarse en la zona. 
Imagen: Composición a partir de 4 imágenes tomadas de Jeneses Imre

Para complicar todavía más el proceso de interpretación popular de las figuras y marcas de las rocas triásicas, las conchas de estos moluscos se disolvieron durante el proceso de litificación de los antiguos sedimentos marinos en que estaban incluidas. Además en muy pocos casos la primitiva concha original de aragonito fue substituida por una pseudoconcha de dolomita, normalmente el espacio dejado por la disolución de la concha original, fue ocupado por calcita masiva o por cristales de calcita. 

Cuando la acción milenaria de la erosión, la meteorización o la gelifracción, consiguieron desmoronar la roca matriz y liberar este tipo de fósiles de su interior, se fue generando un tipo de piedras de formas extrañas y sin ninguna apariencia de conchas bivalvas, puesto que las antiguas valvas se habían disuelto durante el proceso de litificación del antiguo sedimento marino calcáreo. Además como estos moluscos estaban emparentados con los bivalvos  rudistas, de grandes conchas, con valvas muy desiguales, los correspondientes moldes internos de aquellas antiguas conchas marinas de gran tamaño y formas muy particulares daban origen a unas piedras de formas muy "curiosas, raras o inquietantes". 

Aspecto bastante diferente de tres secciones distintas de un  mismo tipo de molde interno de un bivalvo megalodóntido. En este caso, ejemplares de la subespecie Rhaetomegalodon bajotensis alpinus. Nótese el curioso efecto de semejanza, aproximada, de las figuras resultantes, con el de tres tipos distintos de huellas de pisadas, correspondientes a tres tipos de diferentes animales ungulados, poseedores de pezuña hendida. 

Imagen: Composición a partir de 3 imágenes tomadas de Zapfe, 1969.


Mitología cristiana vs. mitología pagana o sincrética

Durante el Medievo (siglos v-xv) entre las personas de tradición cristiana y las de tradición pagana sólidamente cristianizadas, pudo haber existido la creencia de que las conchas marinas que aparecían petrificadas en lugares muy alejados de la costa, eran el resultado del arrastre producido por la gran inundación de los continentes y sus montañas, causado por el Diluvio Universal. Pero entre los paganos no conversos y las personas conversas, de tradición pagana, recién o mal cristianizadas, el origen diluviano de los fósiles no parece haber sido una idea muy extendida. Parece lógico pensar que tanto entre las personas, más cultas, como entre las menos cultas de las zonas rurales y montañosas, la mayoría de ellas aún paganas o mal cristianizadas, habrían predominado las interpretaciones de tipo mítico-fabuloso que supondrían orígenes mucho más fantástico para estos tipos de fósiles. Estando vinculada su formación con los relatos y personajes de la antigua mitología pagana ancestral, que fueran propios de aquella época y de aquellos lugares remotos. Su formación estaría relacionada con determinados eventos extraordinarios y con ciertos personajes imaginarios, siendo recogida en forma de relatos legendarios y dando lugar, ocasionalmente, a ciertos tipos de usos supersticiosos.  


Vista panorámica estival de un típico paisaje italiano, propio del Tirol del Sur, con cimas montañosas alpinas al fondo, bosques en el plano medio y prados, granjas y asentamientos humanos en primer término. Un espacio aparentemente bucólico, pero poblado de seres míticos inquietantes, conservados en el imaginario colectivo hasta épocas recientes, por la tradición oral y algunas creencia populares supersticiosas.
Imagen: Getty Images 

No fue hasta mucho más tarde que la teoría diluviana, durante el periodo histórico que va del siglo XV al XVIII, cuando las conchas fósiles de moluscos marinos, los esqueletos de peces, los huesos petrificados o las petrificaciones de extraños animales de aspecto desconocido, de vida supuestamente marina, encontrados en los valles alpinos más alejados del mar o sobre la cima de las montañas más altas, fueron considerados, de forma mayoritaria, como los restos petrificados de antiguos seres vivos que perecieron durante la gran conmoción de los mares del mundo, causada por el Diluvio Universal. Es precisamente en esa época cuando se acuña y utiliza la palabra antediluviano para referirse a los restos de toda clase de organismos fósiles, por suponérselos viviendo con anteriores a la ocurrencia del Diluvio. Además, sus numerosos y diferentes hallazgos en muy distintos lugares del Globo, fue usada como una prueba irrefutable de la veracidad literal de los hechos narrados en la Biblia y de que la Gran inundación, había sido de extensión universal.

Grabado del s. XVII, representando una dramática escena del Diluvio. Al fondo, bajo un cielo tempestuoso y una lluvia incesante, el Arca de salvación, se mantiene flotando sobre las aguas crecidas. En primer y segundo término, personas y animales domésticos, se muestran aterrorizados al ver el avance de la gran inundación y tomar consciencia de que están a punto de perecer ahogados. Grabado del artista italiano  Antonio Tempesta, estampado en 1606.
Imagen: Alamy stocks 

Pero los moldes internos de los bivalvos megalodóntidos triásicos, ni siquiera tenían formas típicas de moluscos bivalvos, fácilmente reconocibles como tales, sino que en bastantes casos se asemejaban a objetos familiares como las huellas de pisadas de ganado doméstico o pezuñas petrificadas. Cuando los moldes internos se hallaban enteros y sueltos sobre el terreno, algunos tenían un aspecto sorprendente pues semejaban piedras con forma de corazón a los que se referían como cuori pietrificati o cuori di pietra, por este motivo algunos de los primeros naturalistas que los estudiaron científicamente, en el siglo XIX, los incluyeron en el género Cardium, por su forma y en la especie gigantescum, por su tamaño
Los otros moldes internos, conservados enteros, tenían forma y tamaño de doble pezuña, semejantes a las de ciertos tipos de bóvidos. Estas formas y figuras de pezuñas, simplemente curiosas para unos, podían resultar inquietantes para muchos otros, dotados de una mentalidad supersticiosa, bastante común en las zonas rurales, al poder establecer asociaciones con la intervención de determinados personajes sobrehumanos, presentes en las creencias míticas y religiosas de la comunidad. Tales como demonios y brujas, presentes en muchos relatos legendarios tradicionales, bien conocidos y muy temidos por resultar poco amistosos con los humanos buenos cristianos, devotos y creyentes. 

Aspecto curioso o inquietante, según la mentalidad del observador y un tamaño enorme que sorprende a tod@s l@s visitantes. Presentado por diversos moldes internos de las conchas de diferentes géneros de bivalvos megalodóntidos triásicos, procedentes de las calizas de los Dolomitas, expuestos en el Museo Paleontologico Rinaldo Zardini, en Cortina d'Ampezzo. En este museo se conserva la colección de casi cincomil fósiles de todos los colores, formas y tamaños, encontrados, reunidos y catalogados por el fotógrafo de Ampezzo, Rinaldo Zardini, un entusiasta de la paleontología de la zona. En este mismo museo también se exponen algunos ejemplares excepcionales y memorables reunidos por su amigo Rolando Lancedelli. 
Todos los ejemplares exhibidos se encontraron en los montes Dolomitas y con su presencia cuentan la historia del territorio en una época en que estos altos picos alpinos todavía estaban en el fondo de un gran mar tropical, poblado por multitud de invertebrados marinos, tales como moluscos, braquiópodos, corales, esponjas y varios tipos de peces.
Imagen:
Museo Paleontologico Rinaldo Zardini


Los moldes internos de los bivalvos megalodóntidos triásicos, con su curioso aspecto, fueron el tipo de fósiles que antaño hicieron volar la imaginación de los montañeses del norte de Italia

Aquellos antiguos moluscos bivalvos megalodóntidos, cuyas grandes conchas podían alcanzar dimensiones, de 15 a 30 cm. de amplitud, e incluso más, vivieron en el fondo de un mar poco profundo, bajo condiciones de clima tropical, hace cerca de 220 millones de años. Cuando en aquel mar prehistórico, en  lugar del territorio emergido de la península italiana actual, solo emergían unas cuantas islas que constituían un archipiélago. 

Vista de un paisaje prealpino, situado en la parte baja de la ladera del monte Dossone di Nava, con abundantes afloramientos de rocas calizas triásicas. En primer término se puede ver una superficie rocosa completamente cubierta de marcas, unas con aspecto de pisadas bovinas y otras con aspecto equino. Estas marcas, en esta zona italiana, fueron interpretadas tradicionalmente como huellas dejadas por los cascos de una legendaria manada de caballos, al pasar por este lugar.  Las marcas de aspecto bovino fueron interpretadas como las marcas dejadas por las pezuñas del diablo, al pasar por el lugar. 
El animalito negro, es un perrito de raza cocker que permite hacerse una idea aproximado del tamaño real de las supuestas "pisadas" de caballos y del diablo.
ImagenMuseo Etnografico e Naturalistico Val Sanagra

Las marcas visibles en ciertos lugares de la superficie de algunos tipos de rocas calizas alpinas, semejantes a las huellas de pisadas dejadas por el paso de determinados animales domésticos o salvajes, o de ciertos seres legendarios, son comunes en las rocas calizas de los Dolomitas y otras montañas de la zona prealpina italiana. Siendo especialmente abundantes en las calizas del Triásico superior y medio, de la Formación Dachstein, y en otras zonas prealpinas. Localidades donde, antaño, los lugareños las interpretaron en clave mítica o legendaria, otorgándole nombres apropiados, según el principio de analogía formal, atribuyéndole un agente causante particular. Además, en muchos casos justificaron su existencia por medio de la creación de los correspondientes relatos legendarios, congruentes con las interpretaciones populares.


Interpretaciones bovinas 

En ciertos lugares, las figuras de gran tamaño que aparecían en la superficie de las rocas, con forma de pezuña profundamente hendida, es decir, con aspecto de pisadas bovinas, las asociaron con el paso por aquel lugar de animales domésticos muy familiares, como vacas y bueyes, pues las llamaron en ciertos lugares peste de mucca, o sea, pisada de vaca, mientras que en las zonas de lengua alemana, las llamaron versteinert Kuhtritt  es decir, pisada de vaca petrificada, o simplemente Kuhtritt, es decir, pisada de vaca.  

En otras localidades del norte montañoso de Italia, a ese mismo tipo de marcas en las rocas, supuestamente dejadas por los pasos, las pisadas o los pies de bovinos domésticos como la vaca o el buey, se las denominaba en consecuencia. Así en unos lugares se las llamó  piede di vacca, es decir pie de vaca, en otros orma di mucca impronte de mucca , es decir,  huellas o pisadas de vaca
En otras localidades a ese mismo tipo de marcas en las rocas, se las asoció con el macho vacuno, siendo denominadas: pisc d'bò, es decir pisada de buey, en su dialecto trentino local, mientras que también se las conoció, en italiano, como impronte di bue, es decir,  huellas o pisadas de buey.

Dibujo esquemático, representando un conjunto de secciones de pseudoconchas de pelecípodos megalodontidos del género Conchodus gumbelii, del Triásico superior, con una forma semejante a la de pezuña bovina o caprina. La concentración de marcas de pezuñas, interpretada míticamente, parecerían indicar un lugar en el que se han reunido un grupo de "seres sobrehumanos" o que es frecuentado por un ser dotado de pies bovinos o caprinos.
Este esquema fue dibujado a partir de una losa pulida, existente en el Museo de Historia Natural de Viena. Esta losa procedía de la zona montañosa, austriaca, de Tennengebirge (Extraido de Zapfe, 1957).
Imagen: Fossil shells sections


Interpretaciones cervinas y caprinas

En otros lugares de la región, el mismo tipo de marcas hendidas, fueron atribuidas al paso de ciervos y, por tanto, denominadas, en italiano, piede di cervo, es decir, pie de ciervo
Mientras que marcas semejantes de menor tamaño se atribuyeron al paso de cabras, siendo denominadas en unos casos piede di capra, en italiano, o pè de cavra, en el dialecto lombardo local. 
En ciertos lugares en los que la fantasía popular suponía la concentración sabatina de brujas, a la que se imaginaban llegando al lugar cabalgando machos cabríos voladores es decir el demonio, se les llamó zoccolo di caprone en italiano, es decir, pezuña de macho cabrío.


Interpretaciones equinas

Además existían otras marcas de mayor tamaño y de contorno casi circular con una pequeña hendidura que se interpretaron como marcas dejadas  porel paso de équidos (caballos, mulas o asnos) por el lugar, recibiendo en unos lugares el nombre de zoccoli de cavallo, es decir, pezuñas de caballo, en italiano, y  en otros lugares, en el dialecto lombardo local, pè de cavai, o sea, pie de caballo. En otros lugares, el mismo tipo de marcas fueron atribuidas al paso de un tipo de équidos más vulgares, como asnos y mulos, por esto pueden encontrarse marcas con denominaciones tales como piede d’asino y piede di mulo, es decir pie o pisada de asnopie o pisada de mulo, en otras localidades prealpinas italianas.

Figura incisa en la roca caliza, con una forma y tamaño bastante semejantes a los de la huella de una pisada dejada por un equino. Corresponde a la sección del molde interno de la concha de un ejemplar adulto de bivalvo megalodóntido, de la especie  Conchodon infraliasicus. Este tipo de secciones de aspecto equino, existentes en algunas rocas, tradicionalmente fueron  interpretadas como la huella dejada por el impacto de la pezuña de algún caballo, asno o mulo mítico o legendario que había pasado por aquel lugar. En este caso particular eran denominadas popularmente, en italianozoccolo de cavallo. Foto original de Attilio Selva
Imagen:  Natura e civiltà


Interpretaciones sagradas

En dos lugares en los que hay un santuario mariano, había unas marcas de esta clase, de las que no conocemos ningún detalle sobre su forma exacta. Debe suponerse que debían tener un aspecto particular, en nada semejante al de un animal. Estas marcas se asociaron con una aparición de la Virgen María y se les llamaba piedi della Madonna es decir huellas de pies o pisadas de Ntra. Señora.

En determinados lugares, las marcas de aspecto bovino o caprino, no se atribuyeron al paso de ganado doméstico sino que se relacionaron con el paso del diablo por aquel lugar, recibiendo nombres apropiados, tales como  zoccoli del diavolo, es decir, pezuñas del diablo o peste del diavolo, o sea, pisadas del diablo, también orme del Diavolo o impronte del Diavolo, es decir huellas o pisadas del Diablo. Siendo acompañadas tales denominaciones populares de las correspondientes leyendas justificativas.

Grabado en madera, del siglo XVII, representando a un sátiro, en actitud de estar amenizando, con su instrumento musical, el baile de un grupo de ninfas. Esta clase de antiguo evento imaginario y mitológico, de tipo orgiástico, sirvió muchos siglos más tarde para inspirar y describir las actividades sabáticas que eran típicas de los akelarres o reuniones campestres de brujas y brujos, presididas por el diablo con aspecto de sátiro o de macho cabrío. Reuniones de este tipo se produjeron y se imaginaron, en diversos países de Europa, entre los siglos XVI al XVIII, según consta en documentos de las inquisiciones católicas y protestantes de diverso países europeos. Alguna de las leyendas populares del norte de Italia asociadas a las curiosas marcas visibles en las rocas, con aspecto de huellas de pisadas bovinas y caprinas, generadas en en las zonas montañosas del norte de Italia, tienen una justificación de este tipo.
Imagen:
 Pinterest


Rareza y abundancia, sobre el terreno, de los fósiles de megalodóntidos

Las marcas causadas por las secciones de moldes internos de conchas de megalodóntidos acostumbra a aparecer concentradas en ciertos lugares de la roca, no teniendo una distribución homogénea en un mismo nivel de la capa rocosa. 
En aquellos lugares donde abundan las rocas con marcas de megalodóntidos  resulta mucho más difícil el poder encontrar los moldes internos conformados en el interior de las primitiva conchas y constituidos por el antiguo sedimento marino, que hoy se halla petrificado y moldeado por la cavidad interna de cada concha. La razón de esta rareza se debe a que los moldes internos son relativamente frágiles, por lo que suelen fragmentarse fácilmente o se desmoronan con rapidez. Por lo que la mayoría de aquellos que que se hayan podido desprender del interior de las rocas, de forma natural, raramente  pueden hallarse bien conservados y enteros, formando acumulaciones en las concavidades del terreno o en la base de las pendientes. Básicamente, los moldes internos que pueden recogerse, son de dos tipos, unos se asemejan a corazones de piedra y otros a pezuñas de de animales. Antiguamente los unos y los otros recibieron nombres apropiados según su apariencia y el lugar del territorio italiano en el que aparecían.

Vistas laterales de los moldes internos de las conchas de diversos megalodóntidos triásicos. 
A- Arriba a la izquierda molde interno de Paramegalodus travenanzensis. Se puede comprobar en el flexómetro de la izquierda que el ejemplar mide unos 35 cm.
B- Arriba la derecha molde interno de Ampezania zardinii. También de grandes dimensiones
Imágenes: Fotos de Dario Bellodis

C- Abajo a la izquierda, vistas laterales de dos moldes internos de Dicerocardium ragazzonii, fotografiados por su parte anterior y posterior. 
Imagen: Giorgio Teruzzi  

Hoy día, con la totalidad de la población escolarizada y la información científica difundida por los medios de comunicación, la mayor parte de los habitantes del norte de Italia sabe que no tienen nada de sobrenatural ni amenazante, aquellas curiosas marcas que se pueden ver en la superficie de cierto tipo de rocas, ni aquellas piedras con aspecto de pezuñas o corazones petrificadas, existentes en determinados lugares del norte montañoso del país. A diferencia de sus tatarabuelos, ahora saben que en realidad, se trata de marcas, objetos y cavidades totalmente naturales, causadas por el curioso aspecto del contorno de la sección erosiva de los moldes internos de las conchas primitivas de un tipo de grandes bivalvos prehistóricos denominados megalodóntidos. Vivieron sobre el fondo fangoso de un mar cálido, hace unos 220 millones de años aproximadamente, cuando las rocas que los muestran y contienen eran sedimentos blandos del fondo marino.

Las especies más frecuentes en esta zona italiana que con sus conchas fosilizadas más contribuyeron, posteriormente, a estimular la imaginación fantasiosa de los habitantes de esta zona montañosa del norte de Italia, fueron los megalodones, especialmente la especie Neomegalodus gümbeli y los conchodones, especialmente la especie Conchodus infraliasicus.
Las conchas de los megalodóntidos, primitivamente formadas de aragonita, luego desaparecieron por disolución durante el proceso de litificación de los antiguos sedimentos marinos que las incluían, dejando un espacio vacío que generalmente fue ocupado por calcita masiva o cristalizada y mucho más raramente fue ocupado por dolomita dando origen a una pseudoconcha. En ciertas ocasiones el molde interno se separa naturalmente y luego se desprende de la roca matriz, dando origen a unos tipos de piedras de formas muy curiosas que recuerdan la forma típica de una pezuña bovina, caprina o demoníaca.



Próximamente...

En las dos o tres próximas entradas, se irán mostrando las numerosas leyendas populares italianas, inventadas en diversas localidades de las diferentes provincias alpinas y prealpinas que recogen la existencia del fenómeno natural y sociocultural, mostrando diferentes formas de interpretación legendaria del fenómeno natural de tipo paleontológico, que en la entrada de hoy se ha presentado de forma muy genérica y sintética.
Se indicarán los lugares en los que la presencia de las secciones de las grandes conchas de los fósiles de megalodóntidos, fue interpretada de forma bastante creativa y fantasiosa, fabulando orígenes sobrenaturales. Se relacionaba un hecho natural como era la presencia de unas curiosas figuras o marcas en las rocas, las secciones de moldes internos de bivalvos megalodóntidos, de naturaleza y causa entonces incomprensible e inexplicable, con las concepciones del mundo natural y espiritual aportadas por la mitología ancestral y con las antiguas interpretaciones que posteriormente serían filtradas a través del cedazo ideológico constituido por las concepciones del mundo natural y espiritual aportadas por la mitología cristiana católica.
Aquellos fósiles irían inspirando diferentes tipos de relatos explicativos y justificativos, destinados a desvincular su origen de las antiguas divinidades paganas y viejas creencias precristianas. Además aquellos relatos legendarios servía para apoyar valores, principios y normas propios de la sociedad y de la religión de aquellos lugares y de aquellos tiempos. En definitiva para reforzar el discurso de la iglesia católica y sirviendo para infundir miedo a los niños, a las muchachas jóvenes y a las viejas.
 

Ilustración en la que se muestra a una muchacha bailando con el diablo, para indicar que se trata de una actividad pecaminosa y opuesta a los principios de la correcta moralidad cristiana. Esta idea es apoyada y reiterada por varias de las leyendas populares que se crearon en el norte de Italia, durante los siglos XVIII, XIX y principios del XX, estaban relacionadas con las marcas con aspecto de pie bovino/caprino que eran visibles en ciertas rocas de determinados lugares.
En este dibujo, se ha representado a un tipo de demonio del folclore navideño austriaco, denominado Krampus, entre otras cosas caracterizado por poseer un solo pie bovino/caprino.
Imagen:
Dance with the devil




Continuará