miércoles, 12 de julio de 2017

Folclore paleontológico italiano (5)

Heraclio Astudillo-Pombo. Universitat de Lleida

Fósiles relacionados con algunas tradiciones populares sanpaulinas, en Italia (5)

Las antiguas tradiciones lapidarias médicas frente a las nuevas modas lapidarias médicas hegemónicas (1ª Parte)

De cómo las viejas piedras-lenguas o glosopetras de Europa, al final de la Edad Media, fueron substituidas por las lenguas de san Pablo y las lenguas de serpientes de Malta

En toda Italia como en el resto de Europa, con el paso de los años, a la milagrosa “tierra sellada” procedente de la isla de Malta que se comercializaba en las farmacias urbanas y en los puestos callejeros de curanderos ambulantes que actuaban en plazas y mercados, se fueron uniendo otros raros objetos, supuestamente milagrosos, que también provenían de Malta. También estaban vinculados a la poderosa figura de san Pablo, el apóstol que había erradicado para siempre, de forma milagrosa, todas las serpientes venenosas de la isla de Malta. Se trataba de unos raros objetos pétreos de unas determinadas formas y colores, que en realidad eran unos ciertos tipos de fósiles marinos, presentes en la mayoría de las formaciones geológicas de la isla de Malta y que habían sido asociados, legendariamente, por los malteses con los restos petrificados que habrían resultado de la destrucción milagrosa y definitiva de todas las serpientes venenosas de la isla (Zammit-Maempel, G. 1989):
"[...] en el lugar en que San Pablo se quedó a vivir tras el naufragio y donde maldijo a las serpientes,
por que una serpiente le mordió en la mano, es la voluntad de Dios que en ese país, hoy en día se encuentren dentro de la tierra ojos de serpientes petrificados (ochi di serpenti impetriti), lenguas (lingue) y dientes (dentes), también petrificados, de aquellas mismas serpientes malditas que se sacan excavando" (Caliari, P. 1682: 105).

Antiguo grabado del artista Hendrik Goltzius, realizado hacia 1580, representando el milagroso suceso legendario en el que San Pablo fue mordido por una supuesta víbora, sin sufrir envenenamiento, en la isla de Malta
Imagen:
Dr Karl Shuker's Official Website

La primera referencia documental sobre el uso de dientes fósiles de tiburones malteses con propósitos antivenenosos, en Europa, se ha encontrado en el inventario de los objetos que pertenecieron al rey Enrique III de Inglaterra (1216-1272), realizado tras su muerte, en 1272:
“...Y un broche de oro con una lengua serpentina” (Turner, T. H. 1851: 103N).

Algunos años más tarde, en otro inventario relacionados con las propiedades de Eduardo I de Inglaterra (1239 –1307), redactados en 1299, aparece otra de las primeras referencias del uso de
dientes fósiles de tiburones de Malta como protección contra el veneno, en Europa. El mismo texto incluso atribuye a san Ricardo la posesión anterior de esos mismos dientes fósiles protectores. Lo más probable es que la alusión del texto se refiera san Ricardo de Chichester, muerto en Dover en 1253 y canonizado pocos años más tarde, en 1262:
" [...] cinco lenguas serpentinas en engarce de plata, que se cree que pertenecieron a San Ricardo, en uno de los casos con su imagen pintada sobre madera" ( J. Nichols, Liber quotidianus, 1787: 352).


Otro de aquellos primeros testimonios del empleo antivenenoso de las denominadas "lenguas de serpiente" se encuentra en un lapidario francés del siglo XIV atribuido a Jean de Mandeville:
"La lengua de serpiente (Langue de serpent) es una piedra con varios colores, a veces es blanca o de color plomo, negra o roja, que ayuda a defenderse del veneno, ya que si se coloca cerca de alguno, entonces cambia de color [...] (J.
de Mandeville  (sin datar): 29).

Frontispicio del manuscrito titulado "Libro de las Maravillas del Mundo", o "Viajes de Juan de Mandeville" supuestamente escrito por Jean de Mandeville, autor inexistente, fue escrito ´por autor desconocido hacia 1410-1412.
En la ilustración sobre pergamino, el artista Maitre
Mazarine ha representado a Jean de Mandeville, mientras es alentado por el rey de Inglaterra y sus nobles a iniciar su viaje de descubrimientos maravillosos por todo el mundo conocido. Manuscrito depositado en la Biblioteca Nacional de Francia
Imagen: Wikimedia

Como ya hemos dicho en ocasiones anteriores, al tratar sobre este mismo tipo de objetos, se trataba de fósiles de animales marinos del periodo Terciario, en particular de dientes fósiles de determinados tipos de peces. Algunos de aquellos dientes fósiles procedían de diferentes especies de peces cartilaginosos o tiburones, eran las denominadas “lenguas de serpiente” (lingue di serpente) y los “cuernos de serpiente” (corni di serpente) y los otros procedían de peces óseos, siendo los dientes palatales de peces tales como el Lepidotes: los denominados “ojos de serpiente” (occhi di serpente). 
Este género de objetos maravillosos relacionados con un milagro de san Pablo Apóstol, se anunciaron y se comercializaron por toda Europa, tanto en las farmacias de las ciudades como por curanderos ambulantes que visitaban las zonas rurales, entre los siglos XV y XVI (Freller T. 1997), siendo promocionados como poderosos remedios antivenenosos (Pogatscher, H. 1898). Por tal motivo razón estos tipos de dientes fósiles de peces, se convirtieron en esa época en objetos mágicos de protección de los comensales, indispensables en los comedores de todas las cortes europeas  (Berger, W. 1950):
"[...] Una especie de capuchón de jaspe oscuro, que se conoce con el nombre de Lengua serpentina (Lingua serpentina) o lengua de víbora (Lingua di Vipera), que se asemeja a la punta de una pequeña saeta y que mide como medio dedo de largo, adornado con oro y plata, lo he visto entre los objetos preciosos de ciertos príncipes" (Bacci, A. 1587: 103).

Dientes fósiles de diversos géneros de tiburones, representados en una ilustración de la página 334 del libro titulado "Metallotheca Vaticana", de Michael Mercati, que recogía una descripción de las colecciones del Papa Clemente XI y publicado en Roma en 1717. 
Aparecen agrupados bajo el título de "glossopetrae minores" a ludiendo a su tamaño moderado y en contraposición a las denominadas "glossopetrae maiores" que incluían los dientes fósiles de los tiburones de mayor tamaño, como el Cacharodon megalodon Imagen: "Metallotheca Vaticana"
 
Los dientes fósiles de diversos géneros de tiburones llamados “lenguas de San Pablo”, “glossopetras” o “lenguas de piedra”, “lenguas de serpiente” o “cuernos serpiente”, fueron engarzados en metales nobles y colgados de las ramas de artísticos arbolillos elaborados con ramas de coral rojo o de metales preciosos. En Alemania donde el uso de estos artefactos supersticiosos estuvo muy generalizado entre las clases altas de la sociedad, eran denominados “Natternzungenbaum”, es decir, “árbol de lenguas de víbora” (Zammit-Maempel, G. 1966) y de la punta de sus ramas coralinas aparecían colgando los dientes fósiles de diversos géneros de tiburones, engarzados en oro o plata,  como si fueran sus frutas mágicas (Ritz, G. 1951):

Aspecto de uno de los artefactos mágicos de protección contra el veneno, llamados "árboles de lenguas de serpientes" hecho con ramas de coral rojo de las que penden dientes fósiles de tiburón, el conjunto colocado sobre una base que imita una lujosa copa de banquete. Este ejemplar es llamado en el inventario "Natternzungenkredenz" en alemán, es decir "credenciario de lenguas de víboras". Por el estilo artístico se supone que fue realizado en los siglos XV o XVI (Nº Inv. K-037). Expuesto en la Sala del Tesoro de la Orden Alemana, en Viena (Austria). Fotografía original de Wolfgang Sauber
Imagen: Wikipedia

"Durante el banquete, cada comensal que sospechara de algún alimento o bebida, podía descolgar uno de los diversos dientes que pendían del árbol de lenguas o lenguario y acercarlo al alimento o a la bebida de la que sospechase que pudiera contener veneno, con la total convicción de que la piedra comenzaría exudar profusamente y a cambiar de color si estaba cerca de algún veneno," (Schiedlausky, G. 1989).

También creía que si las "lenguas petrificadas de serpientes" se sumergían en un alimento o una bebida envenenada, por efecto de su virtud milagrosa eran capaces de anular o neutralizar los nocivos efectos del veneno que estuviera presente, fuera de la clase que fuera. Además, también se llegó a creer que si las "lenguas petrificadas de serpientes" se colocaban sumergidas en agua, durante algún tiempo, eran capaces de transmitirle sus virtudes antivenenosas al agua y que dándosela a beber a aquellos de los que se sospechaba que habían sido envenenados, se podría restablecer su salud con ella. (Zammit-Maempel, G. 1975: 406 ).

Dientes fósiles de dos géneros de tiburones, distintos, representados en la parte inferior de la lámina VII, del libro titulado "La vana speculazione disingannata dal senso" del pintor y naturalista empirista Agostino Scilla, publicado en Nápoles, en 1670. 
Dibujados con gran realismo y fidelidad al modelo fosilizado, aparecen distintos tipos de dientes del "pesce Lamía" (Squalus carcharias L.)  y del "pesce Canicola" (Squalus canicula L.)
Imagen: "La vana speculazione disingannata dal senso"

Para algunas enfermedades específicas, incluso se recomendaba ingerir los dientes fósiles de tiburón que no fueran demasiado duros, después de haberlos fragmentado o triturado :
"Si se administran glosopetras que sean moderadamente duras o de la consistencia de la corteza o del cuero curtido,
o que sean blandas o estén calcinadas, se pueden machacar con facilidad y luego masticar [...] Se las considera útiles para tratar las fiebres malignas, la varicela y para eliminar los gusanos intestinales de los niños pequeños" (Gimma, G. 1730: II, 222).


Nota informativa:

El texto traducido al castellano y ligeramente modificado que compone esta entrada, está extraído de una obra del antropólogo y etnólogo italiano Giancarlo Baronti, especialista en curanderismo tradicional y medicina mágica popular italiana. El material original del Dr. Giancarlo Baronti  está contenido en el interesantísimo libro: Tra bambini e acque sporche. Immersioni nella collezione di amuleti di Giuseppe Bellucci  (2008).

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