Interpretaciones, creencias, relatos legendarios y usos populares de algunos fósiles en las regiones alpinas y pre-alpinas italianas (8)
Otros tipos de fósiles asimilados por el folclore italiano en la región de las Dolomitas
Introducción
La antigua interpretación popular de algunos tipos de fósiles peculiares, por parte de los habitantes del norte de la península itálica, suple y compensa la gran ignorancia naturalista que muestran esas interpretaciones, mediante la aportación de una enorme dosis de imaginación y fantasía. Tales planteamientos interpretativos tan imaginativos, fácilmente, condujeron desde las fabulaciones más ligeras hasta las interpretaciones más delirante. Este tipo de interpretaciones populares fabulosas de algunos tipos de fósiles característicos de las zonas alpinas y prealpinas italianas, es el tema que se ha estado mostrando en las entradas anteriores a ésta, durante los años precedentes, mediante la presentación de una abundante y variada gama de casos ejemplares, centrados en la influencia cultural de los restos fósiles de los grandes moluscos bivalvos, triásicos, del grupos de los megalodóntidos.
Aspecto característico de la superficie, de fractura reciente, de un gran bloque de roca caliza, mostrando una multitud de restos fósiles, constituidos por las secciones de la pseudoconcha de numerosos ejemplares de grandes bivalvos megalodones. Fotografía tomada en el Área geológica de Orti della Regina, Dolomitas de Brenta, Madonna di Campiglio, Trentino, Italia Imagen: https://www.lookphotos.com/en/images/13832139-Fossils-on-rocks-at-prehistoric-geological-area-Orti-della-Regina-Brenta-Dolomites-Madonna-di-Campiglio
En el folclore paleontológico de las zonas alpinas y prealpinas del norte italiano, además del folclore relacionado con unas marcas peculiares, impresas en la superficie de las rocas, dotadas con ciertas formas misteriosas ,características, que usualmente fueron interpretadas como huellas dejadas por el paso de unos supuestos personajes míticos, cuyos pies estaban dotados de pezuñas. Seres relacionados, con mucha frecuencia con seres de antiguos mitos paganos, con seres diabólicos del inframundo, aunque tampoco faltaron otras marcas, supuestamente dejadas por las pisadas de ciertos seres celestiales, santos o de sus cabalgaduras, pero todas aquellas marcas y sus autores estaban formando parte del imaginario colectivo de la población dolomítica de siglos anteriores. Este tipo de interpretaciones fabulosas dio origen a la aparición en la población de determinadas creencias irracionales y de prácticas supersticiosas relacionadas, todas muy curiosas y sorprendentes. Algunas de aquellas interpretaciones y creencias se difundieron y conservaron por medio de la invención de una multitud de leyendas populares apropiadas.
Curiosa forma del molde interno de una cierta especie de bivalvo megalodonte, con un extraño aspecto, semejante a la pezuña de un animal cuadrúpedo, de tipo artiodáctilo: cabra, vaca, ciervo, etc.. Imagen: Marco Avanzini
Todos los productos culturales mencionados surgieron de la interacción y la interpretación fabulosa de ciertos elementos del registro fósil local o comarcal que eran conocidos, consistente en una especie de extrañas marcas o figuras, visibles en la superficie de la roca, a veces en relieve, y mucho más raramente, de unas extrañas piedras con figura de pezuña caprina, bovina o equina. En realidad, se trataba de los moldes internos de las conchas de diversos géneros y especies de bivalvos megalodones, del periodo Triásico, cuyas conchas podían alcanzar un tamaño de hasta 40 cm.
En la zona alpina y subalpina del norte de Italia, además de los abundantes fósiles megalodóntidos antes citados, también existían y eran conocidos otros tipos de fósiles, menos extendidos y menos abundantes, que con sus formas características consiguieron atraer la atención de los montañeses, habitantes de los altos valles de las montañas de las Dolomítas. Población que al realizar su interpretación de tales fósiles lo hicieron en clave fabulosa, mítica o legendaria, dando lugar a la aparición de creencias populares curiosas y prácticas populares sorprendentes y la invención de numerosos relatos fabulosos o leyendas populares.
Aspecto del mítico "Rosengarten" ("El Jardín de rosas"), visto a la luz del atardecer: vista del legendario jardín de las hadas, del rey Laurin, espacio mítico que sólo es revelado a los hombres mortales, por la mañana y por la tarde. Imagen: Marco Avanzini
La existencia de fósiles montañeses y la veracidad del relato bíblico del Diluvio universal
Durante los siglos XV a XVIII, los fósiles de osamentas de extraños animales cuadrúpedos o las conchas reconocibles de moluscos bivalvos que eran encontrados en la cima de las montañas italianas, fueron considerados como los restos de diferentes tipos de seres vivos que habían perecido ahogados en el Diluvio Universal y que luego fueron arrastrados y depositados en el interior de los continentes, por efecto de la gran crecida y violencia de las aguas del mar. Estos fósiles hallados en las regiones montañosas fueron usados por los creyentes bíblicos, eclesiásticos y académicos, como auténticas prueba irrefutable de la veracidad de los hechos narrados en el antiguo relato de la Biblia.
En 1741, el médico Franz Ferdinand Giuliani también presentó, entre otros descubrimientos suyos, "El hallazgo de algunas conchas en las cumbres de varias montañas de Val Pusteria " , en la región de la cordillera de las montañas Dolomitas. Afirmando que la presencia de aquellas conchas era una clara evidencia de existencia del Diluvio Universal, en su "Dissertatio de Fossilibus universalis Diluvii", presentada como parte de un informe de sesión de la Asociación privada de académicos italianos, llamada "Academia Taxiana".
La época de las Luces fue testigo de la prosperidad de las sociedades académicas en toda Europa, desde las grandes academias estatales hasta los pequeños círculos eruditos. Entre estos últimos también se encontraba la "Societas Academica Literaria", vulgo "Academia Taxiana", que fue fundada en Innsbruck en 1738 por el tirolés Anton Roschmann (1694-1760) y autentificada por estatutos en 1741. La mayoría de los miembros de esta sociedad de eruditos, que existió hasta aproximadamente 1760, eran representantes influyentes de la política, la religión y la educación en Austria, el norte de Italia y el sur de Alemania.
La presencia de valvas de Clamys... más de lo mismo
En 1473, el veneciano Marino Sanuto,"el joven" (1466-1536), de diecisiete años de edad, describiendo, en sus "Diarios", el viaje que lo llevó a cabo desde Belluno hasta Agordo, dijo que "... lejos de Civilal me encontré una montaña, en cuya cima se pueden ver algunas rocas, en las que vislumbré algunas conchas marinas incrustadas...”. Probablemente el lugar citado por Sanuto se encontraba cerca de Sedico o de Orzes, lugares donde emergen en el terreno rocas con abundantes restos de valvas de Clamys, un tipo de conchas bivalvas de aspecto muy similar al del actual Pecten (vieiras o concha de Santiago).
Aspecto de las valvas fosilizadas de una concha de Chlamys varia, separadas del sustrato rocoso que, anteriormente, las contenía. Su parecido con las valvas de "vieira" o "concha de Santiago", permiten atribuirle un origen marino a cualquier persona que conozca la fauna costera del Mediterráneo. Imagen: De Donder Shells. https://dedondershells.com/product/8482/
Sanuto para explicar la causa de aquel raro fenómeno, se apresuró a justificar la presencia de aquellas conchas, utilizando la opinión más extendida en aquella época: "Se dices que la llegada de estas conchas petrificadas sucedió en el tiempo n el que la gran inundación del Diluvio universal cubrió las montañas más altas del mundo..."
La presencia de amonitas
Los "moldes internos" de la cavidad interior de las conchas espirales de los moluscos cefalópodos triásicos, de tipo ceratítido, o las impresiones externas o "moldes externos" en las rocas, con su característico aspecto y forma de cuernos de carnero, que aparecían incrustados en algunas superficies rocosas o sueltos, debieron atraer pronto la atención de los pastores montañeses. Aquellas extrañas piedras de forma tan peculiar por su semejanza con los cuernos de los sementales de sus rebaños de ovejas, no pasaron inadvertidas, ya que por su oficio estaban familiarizados con la forma característica de los cuernos enrollados de las machos de las ovejas domésticas (Ovis orientalis aries). Pero su insólita naturaleza pétrea, en vez de córnea, les debió causar una gran perplejidad, llegando a pensar que su presencia en las rocas de aquellas montañas, tal vez se debería a alguna causa prodigiosa, interpretando su presencia en el medio montañés como producto de la intervención de algún personaje mítico o legendario. Pudiendo llegar a creer que, debido a su origen prodigioso o sobrenatural, aquella clase de piedras podrían poseer alguna virtud benéfica. Se le supusieron algunas capacidades protectoras para el ganado ovino, pudiendo usarse tales piedras para defender a las ovejas contra ciertos males propios de su especie. Siendo usadas como preventivo contra las amenazas latentes, introduciendo aquellos "cuernos de carnero" petrificados ("corni de montone") en el interior de los establos y corrales, lugares en los que se mantenía encerrado el rebaño, en ciertas épocas, para guarecer a los animales.
Aspecto de la cabeza y cornamenta de un carnero doméstico. La forma del enrollamiento y los relieves de los cuernosde los carneros, resultan relativamente semejantes a la forma de los ammonites. Imagen: iStock: https://media.istockphoto.com/id/576560880/es/foto/oveja-macho-de-cola-larga.jpg?s=612x612&w=0&k=20&c=rUWd-8FHfp58VQquMVlnZ7DAPz04iR-jFVo9zrq24Fo=
Como el carnero era el animal sagrado, emblema del dios egipcio Ammón, al dios se le representaba, a veces, con cabeza de este animal y, a veces, con cabeza y rostro humano, pero con un par de cuernos enrollados, típicos de su animal emblemático. La fusión de dos divinidades: Amón y Zeus o Júpiter en una sola, dio origen a una nueva divinidad: Zeus o Júpiter Amón.
El rostro del dios pagano Zeus Amón o Júpiter Amón, representado en uno de los paneles de terracota policromada, en un templo romano del siglo I d.C. Como puede apreciarse en la fotografía, se le representaba con unos cuernos muy enrollados, típicos del carnero doméstico. Esos cuernos han dado su nombre a los amonitas, un tipo de cefalópodos fósiles. Objeto conservado en el Museo Barracco, en Roma. Imagen: My Favourite Planet Group on Facebook. http://www.my-favourite-planet.de/english/middle-east/turkey/pergamon/pergamon-photos-02-019.html
En la antigüedad clásica, en el sur de Europa, se creía que dormir con un "caracol dorado", colocado bajo la almohada, proporcionaba sueños proféticos, a quienes pusieran en practica esta creencia. Con el firme convencimiento de que, durante el sueño nocturno podrían conocer ciertos acontecimientos que sucederían en el futuro. Soñarían con hechos importantes para su vida personal o con sucesos importantes para su comunidad. Estos "caracoles dorados", en realidad, eran el molde interno de una concha de ammonites, constituido por pirita no oxidada.
En épocas posteriores, en la Europa cristiana, los amonitas fueron vistos como serpientes enrolladas, petrificadas milagrosamente, descabezadas y con la cola en el centro del enrollamiento circular. Usados como amuletos protectores, repelentes contra mordeduras de animales venenosos o como remedio contra su veneno.
Aspecto del molde interno fosilizado de un ejemplar de Ceratites nodosus. Un tipo de ammonítido que vivió en los mares del Ladiniense (Triasico) hace cerca de 240 millones de años. Colección del Museo Malacológico Malakos (Italia) Imagen: https://artsandculture.google.com/asset/cephalopoda-ceratites-nodosus-brugui%C3%A8re-1789/vAGC9-FsLeBAtw?hl=en
La presencia de belemnitas
Los escasos "rostros" de los primitivos belemnites, es decir, los restos fósiles de las conchas internas, existentes en el interior del cuerpo de ciertos tipos de moluscos cefalópodos prehistóricos, antepasados de los calamares y las sepias actuales, que vivieron durante el Triásico superior, fueron interpretados antiguamente como una clase de piedras celestes, caídas del cielo, por causas extraordinarias y por tanto dotadas de virtudes.
Dibujo esquemático representando, arriba, el cuerpo completo del animal con la posición del esqueleto interno. Debajo, dos vistas, arriba, lateral y debajo, en vista inferior. Dibujo de Antonio del Ramo Jiménez. Imagen: Fósiles de la Región de Murcia. https://www.regmurcia.com/servlet/s.Sl?sit=c,365,m,108&r=ReP-27337-DETALLE_REPORTAJESABUELO
Por su forma cilíndrica y punta aguda se les denominó "clavos del trueno" ("chiodi del tuono"), "piedras del rayo o del relámpago" ("pietre del fulmine"), esto se debía a que tras las fuertes tormentas eléctricas acompañadas de abundantes lluvias, que erosionaban y lavaban la superficie del terreno, este tipos de fósiles resultaban mucho más visibles que anteriormente, por lo que los campesinos atribuían su presencia a los fenómenos meteorológicos previos. También se le llamó "dedos del diablo" ("dita del diavolo") por su supuesta relación con el origen del rayo, temido fenómeno celeste de efecto destructor, mortífero e incendiario.
Aspecto de diversos ejemplares de rostros de belemnites, de varios géneros, los de arriba, a la izquierda, y los dos de la derecha conservando su fragmocono, hecho bastante infrecuente, lo normal es encontrarlos, como los dos de abajo, a la izquierda, o mucho más fragmentados . Imagen: https://www.lyellcollection.org/cms/10.1144/pygs.54.3.147/asset/c477252f-6ac2-41b3-be85-c5968afb8ba4/assets/images/large/0540147_fig15.jpg
Se creía que si estas piedras extraordinarias, eran tratadas adecuadamente por sus propietarios, por efecto de su virtud mágica, podrían evitar la caída de un rayo sobre la casa que lo contenía o sobre la persona que lo transportaba. También se creyó que podían ser amuletos protectores, muy eficaces contra el mal de ojo, pues se suponían capaces de neutralizar los hechizos, repeler las pesadillas nocturnas o, incluso, sanar las llagas y la pleuresía.
En tiempos modernos, durante la primera guerra mundial, algunos soldados italianos del norte peninsular llevaron al campo de batalla, un rostro de belemnites cosido en el interior de sus guerreras. Un amuleto que sus madres, esposas, hermanas o novias habían cosido, con la esperanza de que aquel objeto, supuestamente prodigiosos, fuera capaz de desviar la trayectoria mortal de las balas del fuego enemigo. Posiblemente su antigua relación con la protección contra el impacto del rayo y su forma de bala, ayudaron a que algunas personas supersticiosas lo identificaran como un amuleto protector muy apropiado para la ocasión bélica.
La presencia de valvas de Daonella
Al trabajar en los campos de cultivo del área de Wengen, en la región de Alta Badia, a veces, los campesinos desenterraban, casualmente, un tipo de losetas de piedra laminar (esquisto) en cuya superficie se podían ver unas figuras brillantes, en forma de abanicos, con radios dorados, otras veces los radios del "abanico" eran de coloración rojiza o amarillenta o estaban vacíos, sin brillo ni coloración. También se podía hallar esa misma clase de figuras radiadas en el interior de esas piedras, una vez que las losetas habían sido divididas en capas más delgadas o láminas, después de separarlas, cuidadosamente, con el filo de un cuchillo.
Aspecto de las características improntas fósiles, dejadas por las valvas aplastadas del bivalvo pelágico Daonella lommeli. Estas figuras fueron interpretadas antiguamente como una representación mágica de la luz y la energía calorífica desprendida por el sol radiante, tan benéficas para la vida y economía humana. Fotografía de David Bressan. Imagen: The Fossils Of The Dolomites - From Myth To Science. https://www.forbes.com/sites/davidbressan/2016/08/19/the-fossils-of-the-dolomites-from-myth-to-science/#7f39ec3625d9
Antiguamente, los viejos habitantes ladinos de aquellos altos valles, creían que este tipo de figuras radiadas, doradas, coloreadas de rojo o amarillo o descoloridas, eran una forma mágica de impresión pétrea representando al sol radiante, rodeado de rayos de luz solar. Según la interpretación mítica de aquella gente, el astro rey, cada día, tras su puesta de sol dejaba grabada esa marca en aquella clase de piedras, como representación suya. En realidad, se trataba de los restos fosilizados de las valvas de un bivalvo marino triásico.
Al ser consideradas como representaciones del sol, pero también de su luz y de su calor, se consideraba que eran piedras benéficas y protectoras, por lo que se llevaban a las casas y a las granjas, para beneficiarse de su capacidad defensiva contra los malos espíritus y sus malas influencias: aparición de enfermedades y producción de accidentes.
Los habitantes de aquellos altos valles alpinos, en su dialecto ladino los llamaron soredli , es decir, "pequeños soles", petrificados. Hasta el siglo XIX, no supieron aquello que eran realmente, pues fueron identificados científicamente como las valvas de un tipo de conchas bivalvas, alargadas y con la superficie externa rayada radialmente que durante su fosilización habían quedado incrustadas con pirita o con óxidos de hierro.
Aspecto "radiante" de una concha completa de Daonella lommeli, completamente extendida, con sus dos valvas abiertas. Ejemplar incluido en un esquisto, procedente de la zona de Wengen, expuesto en el Museum Gröden, en la localidad surtirolesa de Ortisei (St. Ulrich in Gröden, en alemán y Urtijëi, en ladino). Fotografía de Wolfgang Moroder Imagen: Wikimedia: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Daonella_Lommeli_Museum_Gr%C3%B6den.jpg
Esta clase de fósiles, con un ancho de 5 cm. denominados científicamente Daonella lommeli, sirven a los geólogos, como indicadores o marcadores cronológicos, por lo que permiten conocer la antigüedad geológica de aquellos estratos de rocas, de la zona de Wengen, que los contienen, indicando que pertenecen al periodo del Ladiniano o Ladiniense inferior, del Triásico medio, con una antigüedad de 237 a 228 MA.
La presencia de crinoideos
A los fragmentos individualizados y agrupado en forma de pequeños apilamientos de los tallos fosilizados de crinoideos del género Encrinus, que aparecían incrustados en la superficie de algunas rocas o sueltos en el terreno por haberse desprendido de ellas, debido a que tenían sección circular, su aspecto era el de unos cilindros de poca altura. Por su aspecto y semejanza, en el dialecto local se les llamó "Ciajos", es decir, "quesos". El queso cilíndrico era un producto muy común en estas zonas de montaña, con una larga tradición ganadera y quesera.
Miles de millones de piezas de las que formaban el tallo de Encrinus, llamadas entroques o troquitas, se fueron acumulando en el fondo del mar, tras la muerte y descomposición de los crinoideos que posteriormente, con el paso del tiempo, fosilizaron. Imagen: Muschelkalkmuseum Hagdorn Stadt Ingelfingen
La presencia de este tipo particular de fósiles, constituidos por los artejos pedunculares de crinoideo, de contorno circular, fue muy común en las rocas triásicas del territorio situado entre Val Badia y Val Gardena.
La presencia de equínidos
Antiguamente, se creía que los erizos de mar fósiles (fig. 2) no eran piedras vulgares, sino que se trataba de piedras que habían caído desde el cielo en determinadas circunstancias particulares . En algunos lugares se creía que habían bajado acompañando a un rayo ("pietre del fulmine"), a un trueno ("pietre del tuono") o con la lluvia ("pietre della pioggia"). Esta creencia popular se debía al hecho de que tras las fuertes tormentas eléctricas que iban acompañadas de abundantes lluvias, cuya escorrentía erosionaban y lavaban la superficie del terreno, este tipos de fósiles resultaban mucho más visibles que anteriormente, la responsabilidad de esta aparición súbita de tales piedras, era atribuida por los campesinos a los fenómenos meteorológicos producidos previamente.
La simetría penta-radiada de los equinodermos, determina que el sistema ambulacral de los equínidos sea un conjunto de cinco surcos, más o menos profundos y largos, que en conjunto forman una figura estrellada de cinco puntas. La presencia de esta figura astral en el dorso de los erizos de mar fósiles, favoreció la idea intuitiva de que podrían ser una clase de piedras extraordinarias que habrían caído del cielo, lugar en donde se habrían formado, en relación con las estrellas.
Típico aspecto de panecillo petrificado de un equínido fósil, fotografiado sobre una lámina de un libro antiguo, con una ilustración de equinoideos fósiles. Imagen: Marco Avanzini
Debido a la figura dorsal estrellada y a su supuesto origen estelar, los erizos de mar fósiles fueron considerados por la gente vulgar como auténticas "piedras de la buena estrella" es decir, "piedras de la buena suerte", razón por la que eran buscadas con interés y recogidas con alegría, para llevarlas a casa, como protección contra la mala suerte. Siendo distribuidas en diversos lugares estratégicos como protección contra rayos, enfermedades, accidentes, malos espíritus, brujas, etc.
También fueron tomadas en consideración, interpretadas y asimiladas culturalmente, por la población de la zona, las abultadas radiolas o espinas de ciertos géneros de erizos de mar de tipo cidaroideo, debido a la peculiaridad de su forma y tamaño. Tales radiolas, son grandes (4 cm. longitud), de forma muy globosa y con un pequeño peciolo en un extremo, estas características las asemejan a pequeñas botellas, como las que antiguamente usaban los campesino. Podían encontrarse en las mismas capas geológicas en las que los caparazones de erizos marinos. Debido a la singularidad de su aspecto, este tipo de fósiles, fueron llamados, en el dialecto local, "Bozes", es decir, "botellas".
Aspecto de una espina fosilizada de erizo de mar de la especie Cidaris dorsata, de 4 cm. longitud. Este tipo de fósiles fueron considerados como antiguas pequeñas botellas usadas por los enanos de tiempos antiguos, que se habían petrificado. Fotografía de Michael Wachtler. Imagen: Dolomythos: https://www.dolomythos.com/it/lexikon/geschichte-dolomiten.asp
Este tipo de fósiles eran relativamente comunes en los terrenos de cierto lugar denominado "Prati di Stuores", correspondientes a la base del Carniense (Triásico superior). situado entre Val Badia y Val Gardena, cerca de Pralongià, en el municipio de Livinallongo, en los Dolomitas de Ampezzo.
Fuentes
- Avanzini, Marco & Wachtler, Michael (1999). Dolomiten: Reisen in die Urzeit. Athesia-Tappeiner Verlag. Bolzano, pp. 12-14. (p. 14 ) (“Dolomitas: viaje a los tiempos prehistóricos”)
- Avanzini, Marco & Kustatscher, Evelyn (2016). Giganti di pietra: alle radici dei miti. In Nani e giganti. Studi Storico Culturali Castel Roncolo, vol. 10, cap. 1. Fondazione Castelli di Bolzano. Ed. H. Rizzolli.- Bellucci, Giuseppe (1920). Folk-lore di guerra, Unione Tipografica Cooperativa Perugia [collana Tradizioni Popolari Italiane, n. 6].
-Bressan, David (2016). The Fossils Of The Dolomites - From Myth To Science (1). 19 de agosto de 2016, 18. agosto 2019
https://www.forbes.com/sites/davidbressan/2016/08/19/the-fossils-of-the-dolomites-from-myth-to-science/#7f39ec3625d9
-Bressan, David (2016) The Fossils Of The Dolomites. From Myth To Science (2). http://www.bressan-geoconsult.eu/the-fossils-of-the-dolomites-from-myth-to-science/
- Valentini, Gianfranco (1953). Folklore e legenda della Val di Fassa. Licino Cappelli Editore, Bologna.
- Wachtler, Michael (2005). Fossili delle Dolomiti e le spiegazioni fornite dalla mitologia, in La storia delle Dolomiti. Athesia Spectrum,