Fósiles usados por la medicina popular y la magia defensiva, antes de 1950, en Austria y algunas zonas limítrofes, de países vecinos (Continuación, 11ª parte)
El autor del texto original, en alemán, es el Dr. Julius Georg FRIEBE, del Museo de la Naturaleza del estado federal de Vorarlberg (Vorarlberger Naturschau), en Dornbirn (Austria).
Creencias y prácticas populares relacionadas con algunos tipos de fósiles, considerados como “piedras curativas” (Heilsteine) o “piedras protectoras” (Schutzsteine) (Continuación, 6ª parte)
Las "piedras de la leche" (Milchsteine, Galactiten).
Un tipo de erizos de mar fósiles que son muy abundantes, en sedimentos del período Cretáceo y de un color particularmente blanquecino, correspondientes a las especies Micraster schroederi, del Cretácico Superior (Campaniense) y Echinocorys ovata, del Cretácico Superior (Maastrichtiense), los cuales a causa de su coloración blanquecina y alguna otra "marca o señal" particular, fueron asociados con la leche y con su producción, siendo denominados por la gente común: "Milchsteine" y por la gente culta, "Galactiten", palabra derivada del latín, pero que en ambos casos, tienen un significado semejante eqivalente a "piedras de la leche".
Ejemplar de Echinocorys ovata, en vista lateral, la forma de pecho femenino humano, o mama, y su coloración blanquecina, facilitaron su asociación, mágica, con la leche. Ello era posible en una época en la que la teoría de los signos celestiales y de las simpatías entre los elementos y las formas de la naturaleza y los órganos del cuerpo humano, estaban a la orden del día.
Antiguamente, estos tipos de erizos fósiles, fueron utilizados como piedras mágicas que podían estimular la producción leche”, tanto en las personas como en los animales. Esta creencia supersticiosa, hizo que con esta finalidad, fueran muy buscados y recogidos, ávidamente, para luego ser triturados y molidos hasta reducirlos a un polvo fino que pudiera ser ingerido, sin dificultad. Una vez que había sido dispersado en agua, vino espumoso o aguamiel, era ingerido por las madres lactantes, ya que se creía, crédulamente, que este remedio mágico podía estimular el flujo natural de leche de sus pechos. "
Dos ejemplares de Micraster schroederi, en vista dorsal, la disposición cruciforme de cuatro de los surcos ambulacrales, fue considerada, tras la cristianización, como una marca divina que señalaba la posesión de propiedades protectoras sobrenaturales y su coloración blanquecina, facilitó su asociación con la leche.
Como ya hemos indicado antes, este mismo tipo de erizos, después de someterlos a un proceso de pulverización, semejante, era mezclados con la comida o dispersado en el agua de bebida, de las vacas lecheras, con la ingenua pretensión de que, de esta manera, se conseguiría aumentar, mágicamente, la producción de leche, en las vacas lecheras.
Además, con el mismo fin de conseguir incrementar la producción lechera de las vacas, a este tipo de erizos fósiles, se les aplicaban otros usos igualmente supersticiosos, como fueron introducirlos en el interior de los cubos de ordeñar y también, se les mantenían en el interior de los establos, en los que se guarecían los bovinos y dentro de los cobertizos, en los que se realizaba el ordeño de las vacas.”
Las "piedras de los Judíos" (Judensteine)
Entre los siglos XI y XIII, los cruzados que habían ido a pelear para defender los Santos Lugares, trajeron a Europa, desde Palestina, unas piedrecillas con una forma raras piedras, en realidad, se trataba de espinas o radiolas de un tipo particular de erizo de mar fósiles que podrían corresponder a las especies Balanocidaris glandifera, Pseudocidaris mammosa o Tylocidaris sp., de las que se decía, en su lugar de origen, que tenían propiedades mágicas curativas.
Aspecto de un muy raro ejemplar de Pseudocidaris mammosa que ha conservado las radiolas, unidas al caparazón Imagen: http://www.thefossilforum.com/index.php/topic/24477-casts/
En Europa se les aplicaron diversos usos terapéuticos, extraídos de la farmacopea clásica:
"La piedra de los Judios se encuentra en Judea, tiene forma de bellota, de color blanco, y presenta una serie de líneas en franjas paralelas muy uniformes; pulverizada no tiene sabor. Si es del tamaño de un guisante, pulverizada, puede ser usada como Kollyrion ( ungüentos, crema o pomada); una de estas piedras, molida y disuelta en 3 tazas de agua que luego sea bebida, tiene poder para ayudar a combatir la retención urinaria y para pulverizar las piedras de la vejiga de la orina.·"
(Dioscórides, del primer siglo. DC, Libro V, cap. 154)
Posible "montaje" paleontológico, para coleccionistas de piezas espectaculares, en el que se ha reconstruido, artificialmente, el aspecto de un ejemplar de Balanocidaris glandifera que, tras la litificación, hubiera conservado las radiolas dispuestas, ordenadamente, alrededor de su caparazón
Imagen: http://www.fossilplanet.com/ficha_fosil.php?ref=E113&id=00000419
Además, como este tipo de espinas tenía una forma semejante a la de un hueso de aceituna, más o menos grueso, su forma ahusada y redondeada característica, fue comparada y asociada, supersticiosamente, con ciertos órganos humanos, relacionados con la fecundidad y la reproducción.
Las espinas que eran muy anchas, con forma de botijo, fueron comparadas y asociadas a los pechos femeninos. Por otra parte, las espinas o radiolas que eran más alargadas que anchas, se compararon y asociaron con el falo masculino. Por ambos motivos, de parecido y de asociación, este tipo de radiolas fueron usadas como amuletos protectores de la reproducción humana, las más gruesas para potenciar la fertilidad y lactación, femeninas, mientras que las más alargadas, se usaron para combatir la impotencia masculina, problemas que como muchos otros, antiguamente se suponía, supersticiosamente, que podían ser causadas mediante brujería y por mal de ojo.
Un par de radiolas de Balanocidaris glandifera, a la izquierda la de tipo "femenino" más hinchada, más menos, de aspecto mamario y a la derecha, la de tipo "masculino", más menos, de aspecto fálico
Imagen: http://www.thefossilforum.com/index.php/topic/24477-casts/
Nota del traductor y adaptador:
Para completar el texto original, también se ha extraído alguna información, puntual, de la obra de Thenius, Erich & Vavra, Norbert. 1996. Fossilien im Volksglauben und im Alltag. Frankfur. Kramer
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