por Heraclio ASTUDILLO-POMBO. Univ. de Lleida
Interpretaciones legendarias de varios tipos de fósiles y los correspondientes productos culturales populares derivados. En Ipolytarnóc, distrito de Losonc, condado de Nógrád. (2)
Hace aproximadamente 21 millones de años, el mar poco profundo que anteriormente cubría el territorio de la zona de Ipolytarnóc, se retiró (regresión marina) y el paisaje se transformó completamente. El agua de los rápidos arroyos que bajaban de la montaña hacia el mar directamente, ahora tenían interpuesta una gran llanura plana, desde el pie de las montañas hasta la línea de costa. Por este motivo, ahora, los antiguos arroyos tuvieron que discurrir hacia el mar describiendo numerosos meandros, generando cursos lentos, ondulantes o trenzados, situación que contribuyó a crear una zona pantanosa, con algunas lagunas que constituirían abrevaderos para la fauna, más adelante. Con el tiempo, aquel territorio inicialmente yermo, fue colonizado por vegetación y con el tiempo acabó convirtiéndose en una densa selva tropical, constituida por una exuberante vegetación de variada flora que daría cobijo a una rica fauna. Estos seres vivos, terrestres, vivieron hace 17 millones de años.
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En el antiguo barro blando de aquella antigua zona costera húmeda, de tipo pantanoso, hoy totalmente litificado, convertido en una finísima calciarenita y calcilutita, se encuentra una multitud de huellas fosilizadas de pisadas de animales prehistóricos. Fueron estampadas por diversos tipos de vertebrados prehistóricos terrestres, hay huellas de animales herbívoros de aspecto semejante a las de alce, ciervo y rinoceronte. También se han hallado otras de animales carnívoros, depredadores de los anteriores, como el "felino dientes de sable" o el "perro oso". También se han encontrado huellas de pisadas de reptiles del tipo varano y de aves y otros muchos rastros fósiles, pero están tan mal conservados que no han podido ser identificados.
Se han hallado e identificado unas 3.000 huellas individuales, dejadas por el paso de 11 especies distintas de vertebrados terrestres que habitaron el lugar hace 17 millones de años.
Reconstrucción zoológica, a escala real, de una familia de rinocerontes miocenos de la icnoespecie Rhinoceripeda tasnadyi, cuyas huellas de pisadas fosilizadas aparecen estampadas en la roca arenisca, sedimentada en medio lacustre continental, próximo a la antigua zona costera de Ipolytarnóc.
Imagen: Alchetron
La catástrofe volcánica de Ipolytarnoc, como en la antigua erupción del Vesubio, comenzó con una suave erupción de tipo pliniano, por este motivo no es de extrañar que en la literatura turística se denomine a esta zona "Antigua Pompeya Húngara". La siguiente erupción del volcán fue precedida por un rocío de fino polvo, cuya capa más baja, de color marrón amarillento se acumuló en la superficie del antiguo terreno, acompañada de una condensación simultánea de humedad del aire, favoreciendo la preservación de las huellas de plantas más hermosas para la posteridad. Luego se produjo la explosión eruptiva que tumbaría todos los árboles de mayor altura, seguida de una terrible avalancha volcánica de toba de riolita, que enterraría todo aquel hábitat primitivo, con todos los seres vivientes que habitaban allí y no pudieron escapar.
Visitante del Parque Natural Paleontológico de Ipolytarnóc, fotografiado junto a una reconstrucción zoológica, a escala real, del mayor depredador de la zona, denominado "perro oso" (Bestiopeda maxima), uno de los diversos carnívoros miocenos que frecuentaron la llanura aluvial en la que dejaron estampadas las huellas fósiles de sus pisadas, a partir de las cuales se le identificó y reconstruyó su aspecto. Imagen: Comenius University in Bratislava. El primer naturalista que descubrió huellas de pisadas de animales prehistóricos en la base del árbol gigante de Ipolytarnóc, fue Hugo Böckh. Quien en 1900 hizo extraer una enorme losa de piedra de 4x4 m, conteniendo numerosas huellas de pisadas de animales prehistóricos que fue transportada a Budapest. Donde todavía se exhibe, en una sala de conferencias del Instituto Geológico Húngaro (HGI), conocida por tal motivo como la "Sala de las Huellas".
László Kordos (1985) identificó 11 icnoespecies de animales vertebrados, fundamentalmente mamíferos y aves, basándose en el estudio y comparación de todas las huellas conocidas en ese momento.
Las icnoespecies de aves más comunes son la Ornithotarnocia lambrechti de tamaño mediano con tres huellas y la Tetraorniothopedia tasnadii de tamaño similar que dejó cuatro huellas, mientras que Aviadactyla media se caracteriza por huellas rectas en forma de varilla. Huellas del pequeño pájaro cantor Passeripeda ipolyensis están presentes, pero no son tan comunes como las de las otras aves.
Las huellas fosilizadas de mamíferos que son más comunes, son las estampadas por algunos herbívoros, de diversas dimensiones y grupos zoológicos. Incluyen las huellas redondeadas y de tres dedos de un tipo de rinocerontes prehistóricos, tanto de adultos como de juveniles, de la icnoespecie Rhinoceripeda tasnadyi, así como las de otros ungulados más pequeños, unas de tipo cérvido pequeño, denominado Pecoripeda hamori y otras más grandes correspondientes a un gran cérvido denominado Megapecoripeda miocaenica.
Reconstrucción zoológica, a escala real, de un felino de dientes de sable (Carnivoripeda nogradensis), encaramado sobre un tronco, en actitud de estar al acecho de alguna presa. Otro de los animales identificados a partir de las características morfológicas de las impresiones de sus pisadas. Imagen: A magyar Jurassic Park Numerosos carnívoros vivieron aquí hace 20 millones de años. Entre ellos, las huellas más grandes pertenecen a la rara Bestiopeda maxima, ilustrada por primera vez por Abel (1935). Asombrosamente frescas y distintas son las tres huellas de un solo individuo de Carnivoripeda nogradensis, las huellas borrosas de Bestiopeda tarnocensis y las huellas de las garras de un peculiar mustélido, Mustelipeda punctata.
Antiguamente, los lugareños de Ipolytarnóc se refirieron a esta zona rocosa del barranco de Borókás, de superficie desnuda, relativamente plana y lleno de huellas de extrañas pisadas, como "el estanque petrificado" (Kőmedencze).
Algunas personas observadoras habían observado que, en cierta época del año, a la hora del crepúsculo la luz rasante y dorada del sol, hacía aparecer unas figuras. Reconocían en las figuras estampadas en la superficie de piedra de aquel lugar las formas de diversas clase de huellas petrificadas de diversos animales, pero de animales entonces completamente desconocidos en la región.
En este caso, se han podido hallar dos interpretaciones legendarias y sus breves leyendas populares, inventadas por algún lugareño, y luego aceptadas por los demás, para explicar de manera fabulosa, la forma más comprensible y creíble, hace unos siglos, el origen de las abundantes marcas de pisadas de animales desconocidos, que eran visibles impresas en la superficie de aquella roca pelada.
Según el relato de una de aquellas dos leyendas populares, "Aquellas marcas eran de la época del Diluvio y las habrían dejado impresas la multitud animales que descendieron del Arca de Noé. Tal cosa habría sucedido cuando se retiraron las aguas de la bíblica Gran Inundación, por que el Arca embarrancó en aquel lugar y cuando la multitud animales que había en su interior descendieron a tierra, al salir del Arca tuvieron que moverse sobre el blando terreno embarrado que la rodeaba".
El "Arca de Noé en el monte Ararat" una pintura al óleo, sobre madera, de Simon de Myle. Sin fecha, posiblemente hacia 1570. El artista ha representado una infinidad de animales, en el momento de abandonar el interior del Arca, en la que se habían mantenido encerrados durante 40 días.
Imagen: El País
Según el breve relato de la otra leyenda popular que ha podido ser localizada "Aquel conjunto confuso y desordenado de huellas de pisadas, de extrañas formas animalescas, eran el resultado de las reuniones de las brujas de la comarca con el Diablo y sus demonios. Pues en ciertas noches del año, que eran festivas para todos ellos, solían reunirse en aquel lugar para celebrar la festividad bailando, quedando sobre la superficie de piedra aquellas marcas de extraña figura".
Grabado antiguo en madera, representando una reunión nocturna de brujas y demonios, bailando en algún lugar recóndito del campo, para celebrar festivamente su encuentro. Es una ilustración del libro 'Reino de las tinieblas: o la historia de los demonios, espectros, brujas, apariciones, posesiones, disturbios y otros delirios sobrenaturales', de Nathaniel Crouch, publicado en Londres en 1728.
También se ha podido encontrar una creencia irracional, una práctica supersticiosa y una costumbre popular tradicional, puesta en práctica para conjurar la aparición de desavenencias graves e irresolubles entre los miembros de las parejas recién casadas.
De manera que fue costumbre que los recien casados, sus familiares y amigos, acompañados de músicos, se desplazaran hasta aquel lugar para bailar y cumplir con la tradición.
Además, se decía que de esta manera los descendientes, mantendría eternamente el recuerdo de sus antepasados fallecidos, pues cada vez que volviesen a bailar sobre aquella superficie de piedra, su recuerdo retornaría.
Con frecuencia, cuando una superstición es compartida por todos los miembros de la comunidad, esa creencia absurda e irracional puede servir para unir a las personas y fortalecer la conservación de sus tradiciones ancestrales.
- Anónimo. Ősmaradvány mítoszok Ipolytarnócról. https://www.osmaradvanyok.hu/hu/smaradvany-mitoszaink
- Anónimo. A vulkáni katasztrófa: https://www.osmaradvanyok.hu/hu/a-vulkani-katasztrofa
- Anónimo (2019). Ilyen volt az Ipolytarnóci Ősmaradványok 1976-ban. Nógrád-Hont 01/09/2019: https://nogradhont.hu/helyi-hirek/2019/01/ilyen-volt-az-ipolytarnoci-osmaradvanyok-1976-ban
- Hágen, András; Horváth, Dóra & Stromp, Márk (2014). Az ipolytarnóci ősemlősök sebessége, in Fehér B. (szerk.) (2014): Az ásványok vonzásában. Tanulmányok a 60 éves Szakáll Sándor tiszteletére. Herman Ottó Múzeum és Magyar Minerofil Társaság, Miskolc, pp. 105–114